lunes, 3 de septiembre de 2012

LAS FIESTAS FERMOSELLANAS 1913


El primer día del mes de septiembre el Heraldo anuncia en la sección de Cartera de un reporter, sección en la que se informa de los tránsitos que se producen en la capital, que los compañeros Primores y Un Cojo sin muleta han salido para Fermoselle para presenciar el festival taurino. En las noticias de Última Hora y fechada a las cuatro de la tarde se informa que los dos periodistas aun no han llegado pero se presume que lo harán de un momento a otro pues no han recibido desde Bermillo noticia alguna de que el automóvil que los traslada haya sufrido incidente alguno.

La villa de Fermoselle, dista 63 kilómetros de la capital. Enclavada en el Parque Natural de los Arribes del Duero es frontera natural mediante el río Duero de Portugal.

Su fiestas patronales que se celebran durante la segunda quincena de agosto en honor de San Agustín constan de encierros de toros de gran tradición.

LAS FIESTAS FERMOSELLANAS

La hospitalaria y simpática villa de Fermoselle luce hoy sus mejores galas, y el vecindario celebra con extraordinaria animación y alegría las tradicionales fiestas de San Agustín.

Nuestro viaje en el automóvil de la Empresa Huidobro, cuyo piloto es Clodoaldo Prieto, fue agradable, pues llevó ayer marcha de un expreso, y el chauffeur demostró en el trayecto ser un excelente mecánico y que en la dirección no tiene competencia, pues en poco más de hora y media recorrimos los 62 kilómetros que separan a Zamora de Fermoselle.
Cuando descendimos del carruaje, el vecindario se encontraba congregado en la espaciosa plaza, transformada en circo taurino, donde centenares de capitalistas lucían sus habilidades en el arte de los Cúchares y Montes.

Primores y este revistero, también nos sentimos con ganas de probar nuestras facultades, lanzándonos a la candente arena y recibimos un susto más que regular debido a las intemperancias de un dependiente del municipio, que se negó a facilitarnos la entrada en los entresuelos cuando hacia nosotros avanzaba un cornúpeto, negro, cornalón y con sus veinticinco arrobitas de peso, ni una más ni una menos.
El susto fue de los que hacen época, y pasamos las de Caín para librarnos de las caricias del morlaco, puesto que se las traía.

La Plaza estaba convertida en un hervidero: balcones, azoteas, tejados y tendidos estaban totalmente ocupados por infinidad de jóvenes, por cierto muy bonitas, gran número de portuguesitas y el vecindario, no sólo de Fermoselle, sino de los pueblos limítrofes.
Presidía el festival desde la Casa Consistorial, el alcalde, don Tomás Díez, con sus compañeros de Corporación y demás autoridades.
Los chicos del HERALDO ocupamos nuestros puestos en los balcones de la elegante Sociedad La Amistad, y desde allí presenciamos todos los incidentes de la lidia de los cinco cornúpetos que corrieron los capitalistas, incluso el popular Ferroni, que se distinguió toda la tarde y estuvo hecho un valiente.

A las seis abrió nuevamente el portón de los sustos, dándose suelta a un bicho, bastante grandecito, para que se las entendiera Albaceteño y su cuadrilla.
El matador, a las primeras de cambio, lo tomó de capa, resultándole una faena regularcita, pues el muchacho tenía grandes deseos de agradar y lo consiguió.
Hospiciano, que así se llamaba el astado bruto y procedía de los campos de Vitigudino, fue adornado con siete pares de garapullos, y los capitalistas colocaron otros dos en los cuartos traseros e hijares, pues para ellos el morrillo y el rabo todo era toro.
¡¡Jesús, cuánto arte!!
Llegó la hora suprema, la hora de entrar por uvas y Albaceteño que vestía de grana y oro tomó los avíos de matar y después de brindar la suerte a la Presidencia se fue en busca de Hospiciano y ofreciéndole la flámula con la derecha, acertó de buen grado varios pases, que sirvieron de preparación para endiñar Albaceteño que sustituía a Saleri II, un media en buen sitio.

Nueva preparación y el chico con coraje arreó una estocada que hizo polvo al salmantino.

Palmas por la brevedad y acierto.

La corrida se terminó y en el mismo redondel se organizó animadísimo baile, amenizado por una charanga de la localidad.

Los fuegos.

A las nueve de la noche, el Ayuntamiento nos obsequió con una bonita y variada sección de fuegos artificiales en la plaza mayor, espectáculo que fue presenciado por todo el vecindario y forasteros y la fachada del Ayuntamiento lucía vistosísima iluminación a la veneciana.

Los bailes.

Los populares Círculos de La Amistad, Liberal y La Unión abrieron anoche sus amplios salones y a las diez y media habíase organizado en las tres sociedades animadísimos bailes, amenizados por magníficos pianos manubrios.
Cuando visitamos los salones, en todos reinaba la alegría que proporcionan estas fiestas y habíase congregado la flor y nata de las muchachas fermosellanas.
Dar sus nombres, sería tarea más que difícil pues tendríamos que incurrir en omisiones y son de mal efecto en estos casos.
Se bailó hasta la una de la madrugada, hora en que todo el mundo se retiró a descansar para asistir el encierro de los novillos que se han de lidiar hoy.

Agradecimiento.

Los representantes de Heraldo de ZAMORA lo están de todo el vecindario de Fermoselle, de los señores don Gerardo Fernández, don Ángel Castro, don Antonio Díez, don Manuel Díez Ramos, don Agustín Gallego y muy especialmente del segundo teniente de la Reserva de Carabineros don Gabriel Saiz Brihuega, querido amigo nuestro, por las inmerecidas atenciones de que hemos sido objeto en la villa de Fermoselle durante nuestra corta estancia.
A todos enviamos las más expresivas gracias, y nuestro eterno reconocimiento al simpático y veterano don Gabriel, cuyo domicilio ha pertenecido varias horas a los chicos del Heraldo, y un adiós muy sincero a nuestra convecina Candelitas Ramos, ilustrada profesora de instrucción primaria, que con la distinguida hermana política del señor Saiz, hizo admirablemente los honores de la casa.
Y hasta mañana.

Un Cojo sin muleta.
Fermoselle 2-9-913.

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