jueves, 31 de mayo de 2012

Y UN JAMÓN...

La fiebre del cupón continúa, y el 7 de junio ya son mas de 2.000 los cupones que se han canjeado en la redacción de Heraldo de Zamora.
El sorteo se realizará el 24 de junio con presencia de público y con asistencia de autoridades, a fin de garantizar la legalidad del mismo.

Carlos Rodríguez Díaz (1881-1954), nació en Madrid, pero siendo muy pequeño vino a residir a Zamora, a la que defendió y elogió entusiásticamente durante toda su vida.
Comenzó su larga carrera periodística en el Heraldo de Zamora, para incorporarse mas tarde, en 1911 , a El Norte de Castilla de Valladolid, donde llegó a ser redactor jefe.
Dedicó innumerables trabajos periodísticos, literarios y poéticos a la Semana Santa de Zamora, y fue secretario de la Real Academia de Bellas Artes.

Desde Valladolid envía este romance a la redacción del Heraldo alabando y felicitando la feliz ocurrencia de organizar una fiesta taurina para los lectores a los que envidia.


Y un Jamón...

(Con motivo del concurso del HERALDO.)

Para el Cojo sin muletas
y para J. Puyitas
mi parabién cordialísimo
y mi ovación efusiva.
El concurso del HERALDO
me causa impresión gratísima
aunque ¿por qué no decirlo?
también me da algo de envidia.
Sois dos ninchis de la coba
organizando combinas,
y seréis con diez lectores
doce apóstoles ¡atiza!
Un vermouth habéis prometido
y permitidme que os diga,
que el anuncio solamente
me produjo hambre vivísima.
Luego ir al coso taurino
en un carruaje de Pintas
con caballos bien dispuestos
y como en Jerez se estila,
también me seduce un poco,
que algo de postín anima.
Después ver en el anillo,
sin costarle a uno chiquita,
las proezas de Gaona
que es hoy un niño que priva,
y del begoñés magnifico,
esa gloria vizcaína,
me hace levantar en vilo
y daros un magno viva
con más arrestos que Maura,
con entusiasta alegría.
Prometéis luego un refresco,
y también la sesión cínica
(quisiera decir de cine
pero el consonante priva.)
Yo que a orillas del Pisuerga,
en la tierra de Zorrilla,
recuerdo la de Viriato
con cierta melancolía,
porque en ella de mi infancia
pasé los mejores días.
Quiero aquí, en este romance,
demostrar mi simpatía
a ese Cojo sin muletas
y al magno Jota Puyitas
a los cuales muy de veras
quiere,

C. Rodríguez Díaz.

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