miércoles, 25 de abril de 2012

SALAMANCA Y SUS FERIAS 1912

La corrida concurso ha sido un reclamo colosal para la Explotadora de la Plaza de toros de la ciudad que baña el caudaloso Tormes y desde su anuncio, el entusiasmo fue encrescendo hasta las once de la mañana de ayer, fecha en que se desbordó la alegría en los salmantinos y lo mismo mayores que chicos, ancianos que jóvenes, asaltaron las taquillas donde se expendían las localidades, arrebatando cuanto papel había en las mismas, sin tener para nada en cuenta ¡¡oh pícaros!! que caminando para Roma la chica iba Un Cojo sin muleta en compañía de doscientos paisanos, deseosos todos de presenciar también el festival taurino y juzgar el certamen entre los ganaderos de la tierra, patria de Fray Luis de León.

Llegamos a Salamanca y ¡¡oh decepción!!

Vicente el Moreno, el camarero más salado del Café de Pasaje, y paisano nuestro, nos anuncia a la trinidad taurina que el papel habíase agotado y tendríamos que resignarnos a pasar la tarde haciendo meditación o en su compañía viendo como servía a los innumerables zamoranos que se sentaban en su turno.

¡¡Cáspita!! dijo uno de mis acompañantes, Vicente lo dice de verdad, y es cosa de echarnos a la calle en busca del codiciado billete para la corrida.
Pues a la calle, y sin apurar el sabrosísimo Moka u lo que fuera, puesto que en días de feria el caldo que vendía el célebre y popular Jorge, podía competir con el mejor torrefacto de la actualidad, nos encaminamos de Herodes a Pilatos y todas nuestras gestiones resultaban infructuosas.

Ni por casualidad, encontramos a J. Puyitas. ¿Dónde estaría metido?
¿Sería en la Clerecía? ¿Sería en Santo Domingo? No.

En aquellas horas, mi compañero de excursiones solo pensaba en la Libertad, imposible que nos viéramos.
Nuestro calvario era interminable.
Por fin, llegamos a la Plaza de Toros y ¡¡oh desencanto!! en las dos taquillas la Empresa había colocado el cartelito No hay billetes y pueden ustedes marchar con la música a otra parte.
Y como nosotros, había mil.
Protestamos, como sino.
El papel estaba en poder de algunos usureros revendedores, y por un tendido de sol dejábanse pedir ¡¡oh perros!! veinticinco del ala.

Cualquiera entraba por el cebo, ni aunque de sus tumbas se hubieran levantado Montes, Cúchares, Costillares, Frascuelo y Lagartijo para torear, este cura no daba ni una perra más ni una perra menos del precio corriente.
¡Bonitos están los tiempos para permitirse el lujo de pagar veinticinco beatas por un tendido de sol!

Si hubiera sido la cuarta parte, pase; pero más, naranjas de la china.

Prosiguió nuestro calvario y cuando ya resignados de no poder entrar, la fortuna, nos envía un ángel, al gran Timbalero, simpático revistero taurino de nuestro querido colega El Adelanto, a quien contamos nuestras cuitas y con un corazón más grande que la inmensidad, exclama: ¡a la Plaza! los periodistas del HERALDO, no pueden quedarse sin ver el acontecimiento taurino, y aquí me tienen ustedes, en el palco número 20, el inmediato al ocupado por los seis ganaderos concursantes y próximo al que ocupaban los príncipes de Baviera.

Cuando vime en tan preferente sitio, acordábame de mis paisanos los de fuera, la cara que pondrían cuando el presidente sacó el nítido pañuelo y las cuadrillas, capitaneadas por Rafael Gómez, Gallito, Castor Ibarra, Cocherito de Bilbao y Rodolfo Gaona, hicieron el paseo a los acordes de alegre pasodoble, y entre atronadores aplausos del respetable que ocupaba todas las localidades de la Plaza.

Jamás se ha visto un lleno tan colosal como el de ayer.

Dos charros montando briosos caballos, corrieron la llave, con la que abrieron el portón por donde salieron seis buenos mozos, de mucho peso, bien armados y de distintos pelos.

Salieron por el siguiente orden:

Primer lugar. El toro del señor marqués de Llén.
Segundo. El de don Amador García, de Tejadillo.
Tercero. El de don Santiago Sánchez, de Terrones.
Cuarto. El de don Andrés Sánchez Rodríguez, de Coquilla.
Quinto. El de don Antonio Pérez Tabernero, de la Dueña.
Sexto. El de don José Manuel García, de Salamanca.

A excepción del tercero, todos hicieron excelente pelea en el primer tercio y llegaron muy manejables a la muerte.
El de Terrones, al no ser salmantino, hubiera sido tostado, porque cuantos con menos motivos lo han sido; su mansedumbre no tuvo límites, pues si tomó las varas reglamentarias, fue debido al acoso de los varilargueros, colocación de peones a la derecha y cite de los monos los cuales se salían de los caballos para llamar la atención del buró.

El sexto toro, fue la especialidad de la corrida, era bragado. de bastante peso y bonita lámina, y su cornamenta parecía alfileres.
Tomó la mar de puyas, dio muchos tumbos y dejó cuatro alimañas para el arrastre.
Los del castoreño, cobraron de lo lindo a pesar de picar desde largo y fuera de sitio.
Gallito, el chico de las espantás, estuvo colosal con el capote, banderillas y flámula, ¡¡ cámara!! que cosas le vimos ayer jacer al divorciado esposo de Pastora Imperio.
El gitanillo tenía el ángel de frente y todo cuanto ejecutaba le salía a las mil maravillas.
Jezú que reboleras, qué preparación en banderillas, qué manera de clavar, qué pases de muleta, qué forma de entrar a matar, en fin, el disloque, la descoyuntación
Regalos, palmas, vuelta al ruedo, todo cuanto deseó el hermano del fenómeno Joselito, todo se le concedió.
En fin, desde ayer, soy un convencido gallista.
Castor Ibarra, el torero serio y elegante, trabajó con fortuna toda la tarde, haciendo también cosas muy buenas con la muleta.
Gaona, no satisfizo mucho ayer.
En resumen: la corrida, súper; el desfile, piramidal, y los zamoranos, unos alegres, otros incomodados, regresamos a Zamora cerca de las dos en un tren que medía próximamente un kilómetro y no es exageración.
Por las atenciones recibidas, los representantes de HERALDO DE ZAMORA envían a Pepe Sánchez Gómez, El Timbalero, las más expresivas gracias, que hacemos extensivas al simpático empresario don José Domínguez Zaballa, por su amabilidad, obsequiándonos con localidades y un palco.

Un Cojo sin muleta.
Heraldo de Zamora, 14/09/1912

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