lunes, 30 de abril de 2012

EL HERALDO Y ABELARDO DE BARRIO

El año de 1913, comienza para la redacción del Heraldo con la triste noticia del fallecimiento de Abelardo de Barrio Santiago (1894-1913), un joven poeta y colaborador del diario, al que recientemente habíamos citado como autor de la biografía de Remigio Diez, el popular cornetín del Regimiento Toledo.

En los últimos días de 1912, el Heraldo ya recoge entre sus noticias la gravedad de la enfermedad, y el temor a un fatal desenlace que se produce finalmente el 3 de enero en Mombuey.

El Heraldo publica dicho día este emotivo obituario :

«El telégrafo, con su terrible laconismo, nos transmite la triste nueva de que hemos perdido para siempre a un entrañable compañero, a un amigo del alma: Abelardo de Barrio ha muerto en Mombuey.
En estos momentos de amargura sincera, de honda pena, en que el llanto se vierte porque el corazón lo manda, la pluma no puede expresar sentimientos.
El que embarga nuestro ánimo por la pérdida irreparable de Abelardo es tan grande, tan intenso como el cariño que en vida profesábamos a aquel bondadoso joven, modelo de honradez, laboriosidad y de afectos sinceros.
En la casa del HERALDO se llora hoy y viste de luto, como se vestirá siempre al recuerdo del pobre Abelardo que si ha muerto para el mundo, vivirá para nosotros, que tanto lo queríamos.
Descanse en paz nuestro nunca bien llorado amigo, y no dude su afligida familia que los que con él compartíamos las arduas tareas de la Prensa periódica no olvidaremos jamás al virtuoso joven que en la flor de la vida hubo de abandonarnos por altos designios de la Providencia.
A los desconsolados padres y hermano de Abelardo enviamos la expresión más sincera de nuestro pésame por desgracia tan inmensa, y tengan la seguridad de que de todo corazón nos asociamos al justo dolor que experimentan en estos momentos de prueba, deseándoles la resignación del cristiano para soportar tan rudo golpe.
A nuestros lectores pedimos una oración por el alma del malogrado Abelardo (q. D. h.)

La Redacción.»



El HERALDO Y ABELARDO DE BARRIO


El malogrado y simpático joven Abelardo de Barrio, fallecido ayer mañana en la villa de Mombuey, donde residen sus queridos y apreciables padres, vino a esta casa en la que todos le queríamos con deleite, es decir, lo conocimos como literato, como aficionado a las letras en Noviembre de 1908, a raíz de haber desaparecido del estadio de la Prensa nuestro colega El Duero, en cuyo periódico comenzó a colaborar, a darse a conocer como consumado poeta.

Cuando Abelardo, hombre campechano y de costumbres sanas, se dirigió a
HERALDO DE ZAMORA solicitando tomar parte en su confección, no tuvo la fortuna de ser atendido y su composición primera pasó a la carpeta de originales no publicables, no porque aquello no mereciera los honores de ser insertado, era muy buena, tan buena como todas las que se publicaron después, pero las dimensiones del periódico y de sus columnas no permitían en aquella época la inserción de versos cuyo metro se extralimitara de lo corriente, y el nombre del pobre y nunca bien llorado Abelardo, quedó sumido en la obscuridad para los lectores de HERALDO DE ZAMORA.

Anoche y removiendo los múltiples papeles existentes en mi pupitre de la mesa de Redacción, tuve la dicha, el inmenso placer de hallar la carta ofrecimiento de Abelardo y su primera composición, documentos póstumos, de gran valía hoy, ya que el infortunado compañero desapareció para siempre de este mundo de penas y amarguras, donde las injusticias no tienen limites.

Recuerdo que no ha muchas días encomendándole un trabajo periodístico, la reseña de las fiestas de la patrona del arma de Infantería, decíame el amigo llorado, cuando la cruel enfermedad que lo ha llevado al sepulcro minaba ya su existencia: Amigo Paco, mándeme cuanto quiera, lo haré con gusto, pero lo de hoy con mayor motivo porque se trata de bombear a mi hermano Maximino, que toma parte en los festejos organizados en el cuartel.

Efectivamente al siguiente día, Abelardo entregábame las cuartillas escritas con extraordinario gracejo, reseñando las faenas que su hermano había realizado con el buró que le correspondió matar el día de la Purísima.
!Con qué alegría contaba Abelardo las proezas taurómacas de su querido y entrañable hermano!, ¡qué sonrisas asomaban a sus labios al contarlo; qué sencillez de lenguaje tenia cuando a sus amigos hablaba!. Nada le molestaba, para él todo estaba a pedir de boca y cuando se le consultaba alguna cosa, su opinión era la última; es decir, siempre procuraba entre sus amigos aunar voluntades y quitar asperezas.

Era Abelardo la humildad personificada, el amigo del alma, el perfecto caballero; en síntesis, de lo poquito que existe en la tierra.
Ayer, después de luchar muchas días con la vida y la muerte, la fiera Parca segó su existencia y Abelardo exhaló el último suspiro a las ocho de la mañana rodeado de sus queridos padres y hermano Maximino.

Dice San Agustín: Una rosa sobre la tumba se marchita, una oración por su alma la recoge Dios. Oremos nosotros los que en la tierra le tuvimos como amigo para que si llegó a tiempo consiga un puesto a la diestra del Todopoderoso.

Alfonso.
Heraldo de Zamora, 04/01/1913

viernes, 27 de abril de 2012

EL ROBO DE AYER (y II)

En la primera parte del artículo, nos relata el robo cometido en la casa de José Fuentes, conocido industrial, a media tarde del domingo primero de diciembre de 1912, en el que dos ladrones forzando la puerta de entrada sustrajeron el dinero en efectivo encontrado, así como diversas joyas.
Gracias a las sospechas que despertaron en Pepe, Pintas, propietario de una empresa de servicios de carruajes, la policía pudo capturar en el apeadero de Montelarreina a uno de los delincuentes.

En esta última parte, Francisco Alfonso nos describirá el viaje realizado en compañía de la policía hasta Toro, donde esperan encontrar al detenido.

Para una mejor comprensión del artículo comentaré algunas de las expresiones que he encontrado mas relevantes:

El amílico que manifiesta que tomaron en su parada de repostaje en Fresno de la Ribera era una especie de aguardiente barato, muy fuerte y de mala calidad.

La alusión que en el capítulo de Herodes a Pilatos realiza, «íbamos a tener a la vista al Raffles de menor cuantía», se refiere con evidente ironía al personaje creado por el escritor inglés inglés Ernest William Hornung (1866-1921), Raffles, uno de los ladrones más famoso de las historias de policías y ladrones.

El recuelo es una café de poca calidad. Y un topista, es un ladrón que para robar usa una palanqueta.
Gachó, en modo despectivo , significa tipo o tío.
Santero, se denomina así a la persona cuya misión es señalar los posibles objetivos o facilitar información a los asaltantes para que preparen el atraco.



***


En busca del ladrón.

La Policía, deseosa de tener entre sus manos a Pepito, salió a la una y media de la madrugada para Toro en una cómoda tartana propiedad del conocido anticuario David Martín y un servidorito de ustedes, guiada por su hermano Eufrasio.

Unos ratos soplando y otros cantando playeras, garrotines y farrucas, llegamos a Fresno de la Ribera, donde reparamos nuestras perdidas fuerzas con un poco de amílico y galletas que nos brindó nuestra paisanita Avelina y su bondadoso esposo Felisín.

Seguimos camino adelante en busca de pan y algo que masticar y, efectivamente, Cayetano Bernardo logró que por una ventana, como a los presos se les sirve la comida por el rastrillo, ¡oh policía! ¡oh Cojo sin muleta! que nos sirvieran un poco de embutido confeccionado el día anterior.

El pobre Domingo, así se llamaba el caballo que arrastraba el modesto carruaje, debía maldecir a los cacos por el mal rato que le hacíamos pasar en medio de la carretera.

Provistos de municiones de comer, beber y arder (conste que no hallamos más que amílico), proseguimos nuestro interrumpido viaje en busca del topista que se encontraba detenido en Toro.

Llovía; el aire húmedo y fino azotaba nuestros delicados rostros. Domingo seguía trotando, y después de cuatro horas de martirio llegamos a la ciudad de doña Elvira, haciendo nuestra entrada por la calle de Diez Macuso, antes de la Corredera.

De Herodes a Pilatos.

Siempre camino adelante, sin perder de vista a Calabuig, pues allí también hay otro excelente churrero como aquí, llegamos a la Casa Consistorial.
Un aguerrido agente, de carrillos chupados, por falta de dentadura, recibe a la Policía y Prensa; en forma despectiva como diciendo, estos están equivocados.

Y efectivamente, allí no se encontraba el trabajador que nosotros íbamos buscando, estaba en la cárcel.

Aquí caigo, allí me levanto, ¡Cáspita! no interpretar mal estas palabras y cúlpese de ello al mal pavimento de las calles, llegamos a la plaza de San Agustín donde se levanta la famosa cárcel celular, proyecto del malogrado jefe del partido liberal don Práxedes Mateo Sagasta, y después de varios aldabonazos en la puerta, nos recibió un vigilante que dijo ser del partido de Benavente.

-Diga amigo.-¿Se encuentra aquí el detenido anoche en el tren?
-No señor , aquí no; será en el cuartel de la Guardia civil.

Como el coro de vagabundos de la zarzuela Alma de Dios, marchamos camino adelante, es decir atravesamos la amplia Plaza de San Agustín, encaminándonos al paseo de San Francisco, donde se aloja el benemérito instituto.

En nuestros semblantes se reflejaba la alegría, porque muy pronto íbamos a tener a la vista al Raffles de menor cuantía.

Llamamos a la puerta. Nos contesta un guardia y la Policía le interroga sobre el preso.

-Señor -dice el guardia-, al que buscan ustedes, está en Medina del Campo, se lo llevaron anoche mis compañeros por orden del teniente coronel don Fernando Moreno, y lo pasarán luego para Zamora.

La decepción no pudo ser más grande.
Nuestros rostros palidecieron y embozados en la pañosa continuamos el calvario, marchando al Ayuntamiento, en busca de refugio.
El providencial guardia era el mismo de antes, pero no se encontraba en la Casa Consistorial, el buen hombre había tenido el gran acierto de refugiarse en un establecimiento donde se expendían churros y recuelo y allí pasamos el rato hasta las ocho de la mañana, que tomamos el tren que nos condujo a Zamora.

Quiénes son los ladrones.

El secreto con que la Guardia civil hace las pesquisas nos impide saber detalles de la vida y milagros de José López Couceiro, de treinta y un años de edad, y de su compañero de profesión, Santiago Ríos, domiciliado en la calle de Panaderos de la capital vallisoletana y amante de una mujer juncal apodada La Chacha.

Allí, según noticias, en casa de La Chacha se estillarían hoy los pápiros que llevaba Santiago y los objetos que tenía José, procedentes del robo.

Santiago es un pájaro de cuidado, salió en bicicleta, que según ha podido olfatear el revistero, era de color verde y tomó la carretera de Tordesillas, pasando a las seis por las cercanías de Coreses.

Puede ser que éste gachó se halle complicado en otros robos efectuados en Zamora anteriormente, y esté en inteligencia con algún santero de nuestra capital.

A Pepe López, le encontró la benemérita 23 duros de los robados, cuatro billetes de 25 pesetas, las medallas, sortijas, pendientes, pañuelos, rosarios, cadenas, mantillas y debajo del colchoncillo del asiento del tren la palanqueta y un formón de gran tamaño.

Se confesó autor del robo, manifestando, según rumores, que él solo actuó de espía y que al salir Santiago díjole, toma estas 2 000 pesetas, y mañana repartiremos.

Nos consta que la benemérita ha telegrafiado a Valladolid ordenando la detención de Santiago.

José fue esta mañana trasladado a Zamora y entregado al juez de instrucción, señor de la Cuesta, con el atestado instruido.

El paso de José por las calles de la capital ha sido presenciado por infinidad de curiosos.

Santiago, detenido.

A las diez de esta mañana se ha recibido un telegrama de Valladolid manifestando que una pareja de la benemérita había logrado detener anoche próximo a aquella capital, a Santiago Ríos, autor material del robo verificado ayer en la morada de nuestro convecino don José Puentes.
Vive en la calle de Panaderos, numero 8.
También fue registrado el domicilio de su amante La Chacha, hallándose alguna documentación que le compromete.
Felicitamos al cabo de la guardia civil señor Mayor, al guardia segundo Juan Figal, señores Saavedra y García por el servicio prestado ayer, y el revistero da las más expresivas gracias al señor Martín y hermano, por las atenciones que con el guardaron.

Heraldo de Zamora, 02/12/1912

jueves, 26 de abril de 2012

EL ROBO DE AYER (I)

Con su peculiar estilo, asistimos a otro episodio enmarcado en la Zamora de principios del siglo XX. El robo perpetrado en la calle Viriato, en la casa de don José Fuentes, conocido industrial y la posterior investigación y persecución de uno de los presuntos ladrones.

El texto se caracteriza por el uso de expresiones de la jerga propia de maleantes como estillar, que parece derivar del caló estilar (robar), partía (banda), pápiros (billete de gran valor), najar (huir), quinqué (vista), machacante (moneda de cinco pesetas).



***

Cómo ocurrió.

Ayer tarde, cuando mas frecuentada era la calle de Viriato, a las cinco y media, fue asaltada la casa morada de nuestro estimado amigo el conocido industrial don José Fuentes por dos pájaros de cuenta, desconocidos por cierto de la Policía de esta capital a pesar de haber estado en Zamora varios días y visitado las principales casas de lenocinio, pernoctando la noche del sábado en una de ellas.

Los cacos, dos buenos mozos, bien portados y avecindados en Valladolid, tomaron ayer como campo de batalla para librarla contra la propiedad ajena la casa de nuestro amigo y forzando la puerta de entrada de la habitación con una palanqueta de vuelta, como de unos 50 centímetros de longitud, muy bien conservada y aguzada según hemos podido ver entraron en ella, desvalijando los tres cajones primeros de una cómoda y un armario de luna dando palanquetazos a ambos muebles.

Pepito, así se llama uno de los cacos y parece que al oído se lo han contado al revistero, se quedó de espía en la puerta de la calle por si alguien pudiera llegar a interrumpir la labor de su entrañable amigo Santiaguito, que trabajaba con gran soltura y tranquilidad en las habitaciones estillando 1.350 pesetas en billetes de Banco, tres sortijas de señora, pendientes, mantillas de toallas, cadena de oro, pañuelos de seda de cabal oro, diversas medallas de plata y 29 duros en barras.

Santiago, que es un chico muy listo , logró, en menos de media hora conferir a su propiedad, todos los objetos numerados, y el muy bribón cargó con todo hasta entregar a su compañero parte del botín (2.000 pesetas, según él) diciéndole a la vez que un automóvil o coche era poco para ponerse a salvo de la Policía de Zamora.

Santiago, el jefe de la partía, optó por llevarse los pápiros gordos y en su propia bicicleta se las najó de Zamora por la carretera de Tordesillas.
Cuando Santiago, el jefe de la partida se encontraba trabajando en la morada del señor Fuentes, tuvo la ocurrencia de llegar Faustino, hijo del robado y sintiendo ruido en su casa creyó que era su familia y tomó las de Villadiego sin darse cuenta de que intentaban cambiarle de domicilio.

Próximamente a las seis llegó a la casa don José Fuentes, siendo el primero en observar que su morada había sido robada, y los ladrones, poco atentísimos, no le dejaron tarjeta.

La decepción que sufrió nuestro amigo fue indescriptible, al observar que !os muebles todos estaban en desorden y le faltaba el metálico referido, a cambio de un gemelo labrado de puño, propiedad del osado, que le robó.

El Juzgado se presenta.

Como reguero de pólvora la noticia del robo se extendió por toda la población y los comentarios surgieron, teniendo siempre en cuenta los anteriores robos cometidos en Zamora y cuyos autores no han sido habidos como decimos en el argot periodístico: ¡¡Pobrecita policía!! Que cosas le atribuían; lo saben porque siendo indiscreto tuve la debilidad de decirlo.
Perdona lector, ya no volveré a hacerlo.

Todas, absolutamente todas, las autoridades acudieron en los primeros momentos a la morada del señor Fuentes; el Juzgado de instrucción, los jefes de Policía, agentes, en una palabra, todos los que por su cargo están obligados a perseguir a los ladrones.

Notas, datos, todo tomaron las autoridades para ponerse sobre la pista y trabajar en pro del descubrimiento.
La Policía trabajó sin descanso, poniendo todo cuanto de su parte estaba para lograr hallar a dos hombres altos, bien vestidos, siendo estas las únicas señas que había podido averiguar.

Pepe, Pintas, detective.

El saladísímo Pepe Pintas que lo mismo sirve para guiar cuatro briosos caballos, que para descubrir malhechores puso a la Policía en condiciones de dar con los autores del robo.

Pepito, tuvo el ángel de llamar al aspirante a agente don Manuel Moraga, y manifestarle al oído que a las cinco y media había llegado a su administración de coches un caballero acompañado de Alfonso González (a) Papudo, solicitando un vehículo con dos buenos caballos que lo trasladaran en menos de una hora al apeadero del monte de la Reina, pues había solicitado un automóvil de don Emilio Ruiz Chaves, conocido constructor de carruajes, y no lo tenía.

Don José, que tiene mucho quinqué, preguntó al caballero qué noticias tan urgentes tenía para salir en coche pudiendo utilizar un tren a las 6 y 45 minutos que lo trasladara a Valladolid.

-Señor, ojeó el caballero, mi madre téngola enferma y es necesario llegar a Toro donde tomaré un automóvil.
-Don José replicóle que en Toro no había automóviles.

El caballero.-Yo le digo que sí, pues tengo el de...
Don José.-Si, ya caigo el de Zorrilla.
El caballero.-Ese, el de Zorrilla.

Terminaron el diálogo y Pepito que vio en su poder seis machacantes, telefoneó a la cochera dando órdenes de poner guarniciones al Prestamista y al Usurero, dos magníficos caballos y engancharlos a un coche familiar, que había de guiar Fermín Hurtado, El chico de las patillas.

El caballero salió momentos después por la carretera de Tordesillas ofreciendo al mayoral buena propina, si tomaba el tren en el apeadero.

La Policía o sea don Manuel Moraga y el vigilante don Valentín Gallego también marcharon en el tren correo en busca del pájaro del coche, pues el otro desconocíase su paradero.

Saavedra, Antonio y la Guardia civil, detienen a José.

El convoy llegó al apeadero del monte de la Reina y en la corta parada que hace, salió por el lado derecho de la casa, un sujeto que vestía gabán, gorra y llevaba un colegial, con el cual se cubría la cara.

Intérnase en un departamento de segunda clase y acto seguido hicieron lo propio el revisor del tren señor Saavedra, fiel cumplidor de su cargo, Antonio García el conductor de equipajes y el cabo de la Guardia civil don Florencio Mayor.

Este hizo la detención, y después de cachear debidamente a José López Couceiro, natural de Oporto y residente en Valladolid, comenzó a instruir el correspondiente atestado.


La noticia en Zamora.

Cuando mayores eran las censuras para la Policía, el señor gobernador civil recibió un despacho telegráfico de Toro, suscrito por el señor Moraga, manifestando la detención del autor del robo y su conducción.
Extendimos la noticia por Círculos y cafés, y la opinión pública reaccionó algo en favor de la Policía, que en esta ocasión había sido avizora.

(continuará)

Heraldo de Zamora, 02/12/1912

miércoles, 25 de abril de 2012

SALAMANCA Y SUS FERIAS 1912

La corrida concurso ha sido un reclamo colosal para la Explotadora de la Plaza de toros de la ciudad que baña el caudaloso Tormes y desde su anuncio, el entusiasmo fue encrescendo hasta las once de la mañana de ayer, fecha en que se desbordó la alegría en los salmantinos y lo mismo mayores que chicos, ancianos que jóvenes, asaltaron las taquillas donde se expendían las localidades, arrebatando cuanto papel había en las mismas, sin tener para nada en cuenta ¡¡oh pícaros!! que caminando para Roma la chica iba Un Cojo sin muleta en compañía de doscientos paisanos, deseosos todos de presenciar también el festival taurino y juzgar el certamen entre los ganaderos de la tierra, patria de Fray Luis de León.

Llegamos a Salamanca y ¡¡oh decepción!!

Vicente el Moreno, el camarero más salado del Café de Pasaje, y paisano nuestro, nos anuncia a la trinidad taurina que el papel habíase agotado y tendríamos que resignarnos a pasar la tarde haciendo meditación o en su compañía viendo como servía a los innumerables zamoranos que se sentaban en su turno.

¡¡Cáspita!! dijo uno de mis acompañantes, Vicente lo dice de verdad, y es cosa de echarnos a la calle en busca del codiciado billete para la corrida.
Pues a la calle, y sin apurar el sabrosísimo Moka u lo que fuera, puesto que en días de feria el caldo que vendía el célebre y popular Jorge, podía competir con el mejor torrefacto de la actualidad, nos encaminamos de Herodes a Pilatos y todas nuestras gestiones resultaban infructuosas.

Ni por casualidad, encontramos a J. Puyitas. ¿Dónde estaría metido?
¿Sería en la Clerecía? ¿Sería en Santo Domingo? No.

En aquellas horas, mi compañero de excursiones solo pensaba en la Libertad, imposible que nos viéramos.
Nuestro calvario era interminable.
Por fin, llegamos a la Plaza de Toros y ¡¡oh desencanto!! en las dos taquillas la Empresa había colocado el cartelito No hay billetes y pueden ustedes marchar con la música a otra parte.
Y como nosotros, había mil.
Protestamos, como sino.
El papel estaba en poder de algunos usureros revendedores, y por un tendido de sol dejábanse pedir ¡¡oh perros!! veinticinco del ala.

Cualquiera entraba por el cebo, ni aunque de sus tumbas se hubieran levantado Montes, Cúchares, Costillares, Frascuelo y Lagartijo para torear, este cura no daba ni una perra más ni una perra menos del precio corriente.
¡Bonitos están los tiempos para permitirse el lujo de pagar veinticinco beatas por un tendido de sol!

Si hubiera sido la cuarta parte, pase; pero más, naranjas de la china.

Prosiguió nuestro calvario y cuando ya resignados de no poder entrar, la fortuna, nos envía un ángel, al gran Timbalero, simpático revistero taurino de nuestro querido colega El Adelanto, a quien contamos nuestras cuitas y con un corazón más grande que la inmensidad, exclama: ¡a la Plaza! los periodistas del HERALDO, no pueden quedarse sin ver el acontecimiento taurino, y aquí me tienen ustedes, en el palco número 20, el inmediato al ocupado por los seis ganaderos concursantes y próximo al que ocupaban los príncipes de Baviera.

Cuando vime en tan preferente sitio, acordábame de mis paisanos los de fuera, la cara que pondrían cuando el presidente sacó el nítido pañuelo y las cuadrillas, capitaneadas por Rafael Gómez, Gallito, Castor Ibarra, Cocherito de Bilbao y Rodolfo Gaona, hicieron el paseo a los acordes de alegre pasodoble, y entre atronadores aplausos del respetable que ocupaba todas las localidades de la Plaza.

Jamás se ha visto un lleno tan colosal como el de ayer.

Dos charros montando briosos caballos, corrieron la llave, con la que abrieron el portón por donde salieron seis buenos mozos, de mucho peso, bien armados y de distintos pelos.

Salieron por el siguiente orden:

Primer lugar. El toro del señor marqués de Llén.
Segundo. El de don Amador García, de Tejadillo.
Tercero. El de don Santiago Sánchez, de Terrones.
Cuarto. El de don Andrés Sánchez Rodríguez, de Coquilla.
Quinto. El de don Antonio Pérez Tabernero, de la Dueña.
Sexto. El de don José Manuel García, de Salamanca.

A excepción del tercero, todos hicieron excelente pelea en el primer tercio y llegaron muy manejables a la muerte.
El de Terrones, al no ser salmantino, hubiera sido tostado, porque cuantos con menos motivos lo han sido; su mansedumbre no tuvo límites, pues si tomó las varas reglamentarias, fue debido al acoso de los varilargueros, colocación de peones a la derecha y cite de los monos los cuales se salían de los caballos para llamar la atención del buró.

El sexto toro, fue la especialidad de la corrida, era bragado. de bastante peso y bonita lámina, y su cornamenta parecía alfileres.
Tomó la mar de puyas, dio muchos tumbos y dejó cuatro alimañas para el arrastre.
Los del castoreño, cobraron de lo lindo a pesar de picar desde largo y fuera de sitio.
Gallito, el chico de las espantás, estuvo colosal con el capote, banderillas y flámula, ¡¡ cámara!! que cosas le vimos ayer jacer al divorciado esposo de Pastora Imperio.
El gitanillo tenía el ángel de frente y todo cuanto ejecutaba le salía a las mil maravillas.
Jezú que reboleras, qué preparación en banderillas, qué manera de clavar, qué pases de muleta, qué forma de entrar a matar, en fin, el disloque, la descoyuntación
Regalos, palmas, vuelta al ruedo, todo cuanto deseó el hermano del fenómeno Joselito, todo se le concedió.
En fin, desde ayer, soy un convencido gallista.
Castor Ibarra, el torero serio y elegante, trabajó con fortuna toda la tarde, haciendo también cosas muy buenas con la muleta.
Gaona, no satisfizo mucho ayer.
En resumen: la corrida, súper; el desfile, piramidal, y los zamoranos, unos alegres, otros incomodados, regresamos a Zamora cerca de las dos en un tren que medía próximamente un kilómetro y no es exageración.
Por las atenciones recibidas, los representantes de HERALDO DE ZAMORA envían a Pepe Sánchez Gómez, El Timbalero, las más expresivas gracias, que hacemos extensivas al simpático empresario don José Domínguez Zaballa, por su amabilidad, obsequiándonos con localidades y un palco.

Un Cojo sin muleta.
Heraldo de Zamora, 14/09/1912

martes, 24 de abril de 2012

BENAVENTANAS 1912

El artículo de J. Puyitas completa el relato de las Ferias de septiembre de Benavente, describiéndonos a continuación, de manera resumida, algunos de los diferentes escenarios donde los festejos se desarrollaron.

Realizan el viaje de madrugada en compañía del diestro Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña, quien por la tarde y según la crónica de Un Cojo sin muleta lidiará y dará muerte a estoque a cuatro toros mansos de la ganadería salmantina del marqués de Llén.

Tras descansar en la fonda de Joaquina, La Portuguesa, realizarán un paseo por el ferial y la Plaza Mayor, acudirán a la corrida y más tarde asistirán al cine y al teatro.

J. Puyitas, días más tarde, pedirá disculpas a los lectores por escribir una crónica tan sintética, pero afirma haber sido esclavo del tirano ajuste por mandato del simpático regente, para a continuación insistir en los elogios a las sesiones cininescas, presenciadas por gran concurrencia de público.
Asimismo, alabó el baile en el casino que estuvo brillantísimo, donde lucieron sus encantos las bellas benaventanas y las preciosas forasteras.
Finaliza dicho artículo testimoniando su agradecimiento a todos los benaventanos por las atenciones recibidas.


BENAVENTANAS


Daban las tres en el histórico reloj de Benavente, cuando disfrutando un amanecer primaveral hizo su entrada en la bonita villa la trinidad-periodístico-excursionista-taurina acompañada de ese guapo muchacho conocido en el mundo del arte de Cúchares por el alias del Chiquito de Begoña, de quién atentamente se despidió la gente reporteril para dar descanso a sus jacarandosos cuerpos en las cómodas y elegantes camas que para sus clientes tiene siempre dispuestas la simpática y popular patrona Joaquina La Portuguesa.

El sueño fue con los chicos de la Prensa zamorana, pues seguramente ninguno de los tres nenes oímos la siguiente hora del reloj del cuarteto, que con tanto deleite cantaban nuestros abuelos.

¡Arriba, señores!
Cuando más tranquilos nos entregábamos a las delicias del sueño, una voz argentina, la de la graciosísima viuda, nuestra sin par patrona, decía: ;Arriba, señores! Y como la pícara obligación de informar a los lectores de Heraldo de Zamora de todo cuanto de notable ocurriese en estas fiestas, exigía abandonar el lecho, desechamos la pereza y después de ponernos visibles J. Puyitas, Un cojo sin muleta y Primores, nos distribuimos por las calles de la villa, para recoger las siguientes notas.

En el ferial.

Es extraordinario el número de cabezas de ganados caballar y asnal que se ofrecen a la venta, y sin duda porque la demanda es grande, desde las primeras horas de la mañana pudo notarse que los precios eran elevados.
Sin embargo, menudeaban las transacciones desde las primeras horas de la mañana, y el mercado adquirió esa animación propia de las mejores ferias regionales.
Llamó muy justamente la atención un legítimo clavileño caprichosamente enjaezado que a la puerta de su casa puso a la venta el simpático y popularísimo empresario de coches de línea, Ricardo Gómez Pintas (padre), a quien los periodistas tuvimos el gusto de saludar y guardamos gratitud por las atenciones que tuvo para con nosotros, según es en él costumbre.

En la Plaza Mayor.

El aspecto que presentaba el paseo no podía ser más brillante. En el templete instalado en el centro, la banda del regimiento de Burgos interpretaba los más selectos números de su vasto repertorio, y como lo hacía de forma magistral, fue aplaudida con gran entusiasmo.
En los amplios soportales de la Casa Consistorial nos vimos transportados a una de esas fantásticas regiones soñadas por los poetas, donde se reúnen, como acudiendo a una cita, las mujeres mas hermosas e ideales.
Bien quisiera el revistero recordar los nombres de tantas y tantas niñas angelicales como tuvo ocasión de admirar, pero la memoria le es infiel, y no puede, con harto sentimiento suyo dar sus nombres; que le dispensen. Sólo si ha de hacer notar como muestra de aquel paquete, que cuando llegó al paseo la angelical Aurora Campano, llevaba del brazo a sus dos encantadoras primas Araceli y Manuela Pascual, que con la escultural Flora González, formaban un ramillete, capaz de hacer perder el sentido al pollo menos enamorado.

En el teatro.

Hizo su debut la notable compañía dramática que dirigen los aplaudidos actores Mercedes y Francisco Gómez Ferrer, que demuestran una vez más su exquisito gusto artístico, eligiendo para su presentación ante el ilustrado público benaventano, las celebradas obras Lo positivo y Nicolás.
Aún cuando Paco Gómez Ferrer no pudo llegar con tiempo para tomar parte en la representación de esas hermosas producciones, las dos alcanzaron un éxito más que envidiables por parte de todos los artistas, especialmente de Merceditas, cuya labor mereció continuadas ovaciones.
La distinguida actriz hizo un verdadero alarde de su prodigioso talento, sin duda para demostrarnos que es digna sucesora de aquel inimitable intérprete del protagonista de Suliván, del veterano actor don Francisco Gómez, cuya brillante historia recuerda el revistero.

En el cine.

También para los simpáticos empresarios del cine, fue un gran día, pues la taquilla se vio constantemente visitada y todas las secciones se contaron por llenos completos.
Las películas exhibidas fueron del agrado de la concurrencia, y el incomparable artista Mathe cosechó aplausos por sus bailes asombrosos, toda vez que no tiene pies.
La gentil coupletista bella Cialdini, que hizo su debut, fue aplaudidísima por su trabajo.
La coupletista y bailarina La Santiaguito cantó con mucho gusto y afinación varios números que la concurrencia le hizo repetir.
Y basta por hoy, amables benaventanos.

J. Puyitas.
Heraldo de Zamora, 10/09/1912

viernes, 20 de abril de 2012

ACERCA DE «LA DE AYER EN BENAVENTE 1912»

Como afirma Un Cojo sin muleta, la temporada taurina en este año de 1912 está resultando desdichada, pues a las desafortunadas lesiones o cogidas que están sufriendo los toreros que obligan a cambiar continuamente los carteles, se suma que las corridas están siendo nefastas. Para ilustrar esta circunstancia alude al personaje de Pepe Moros, personaje irreal creado por el periodista y cronista taurino de El Liberal, Don José de la Loma, Don Modesto, quien acostumbraba cuando en una tarde toros, no se había obtenido el resultado que se esperaba, apostillar sus crónicas con el comentario :

"Ya lo dijo Pepe Moros
a uno que trafica con cueros,
cuando hay toros no hay toreros,
cuando hay toreros, no hay toros"

La amistad que le une con el diestro Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña, no le permite ser lo suficientemente imparcial, aunque en su crónica menciona que la causa es el gran amor que siente por la villa de Benavente y sus habitantes, que también será cierto.
La prueba de ese respeto y amistad que se tenían, está patente en el brindis del capote por parte de Chiquito de Begoña.
La crónica, como es habitual en su estilo, está repleta de palabras del argot taurino:

Los varilargueros mojan cinco veces el rejoncillo, en la sangre de Torrecillo, que debía ser de horchata, y haciendo cosas muy feas se libró del tuesten.

Librarse del tuesten, en su sentido literal es librarse de las banderillas de fuego, suprimidas en el reglamento de 1952, y sustituidas en la actualidad por las banderillas negras. Las banderillas de fuego se aplicaban para castigar a los toros que no se habían dejado picar bien, incorporaban una carga de pólvora con una mecha que al ser clavadas prendía el explosivo, achicharrando la piel del toro y detonando unos petardos que atronaban los oídos.
Fueron sustituidas por las banderillas negras o de castigo, que son 2 cm más largas, y algo más anchas que las normales y que son utilizadas en toros muy mansos o a los que no se ha podido picar. Estas banderillas son de color negro y llevan una franja blanca de 7 cm.

O de términos coloquiales:

De este modo, dice que decidió no chambar (cambiar) el chapeo (sombrero) porque le resultaba a su físico piramidal (colosal, formidable).

Chipén, ya en desuso y que significa coloquialmente extraordinario, lo mismo que buten, palabra que volvió a vivir su esplendor allá por los ochenta, en que todo nos parecía de buten y guay.

Resultó fané la pelea de Bonito.

La pelea resultó estropeada, apática.

nos salió a las primeras de cambio por peteneras y quería buscar la puerta para juyirse

Juyir, palabra proveniente del Lleonés, que significa huir.

Y de exageraciones:

y el primero pierde en la pelea un jaco con menos sangre que otro de madera

sale con más pies que su dueño y señor cuando figuraba, si es que perteneció, a las huestes carlistas.

En definitiva que la corrida ni fu ni fa.

jueves, 19 de abril de 2012

LA DE AYER EN BENAVENTE 1912

En la presente temporada el revistero tiene el mal ángel, porqué no decirlo, de no asistir a una corrida de chipén, donde poder brindar a los lectores de HERALDO DE ZAMORA una revista de órdago, pues parodiando a Pepe Moros,

cuando hay toros
no hay toreros...
cuando hay toreros,
no hay toros...

Quisiera ser imparcial al juzgar la corrida de toros que ayer se celebró en la mezquita taurina de la villa de Benavente, pero mi amor por la simpática localidad y el cariño que siento por sus habitantes, hacemen que me parezca bien todo cuanto en ella se hace y si en la crítica peco de parcial, dispénsenme y a otra cosa.

La entrada era regular, para no perder, y en las localidades de preferencia había ramilletes de mujeres bonitas luciendo con donaire, gentileza y gracia la clásica y española mantilla de encaje. Las había, queridos lectores, de buten, y sus ojos refulgentes hacían competencia al astro rey que calentaba de verdad y tostaba el blanco y nítido cubil de aquellas beldades que volvieron loco perdío a mi compañero J. Puyitas, que lucía precioso borsalino, sombrero de la casa Hernández, de Zamora.
Desde allí al cielo.

Del reloj de Santa María la Renueva sonaron las cuatro.
Un fotógrafo de la Bañeza hizo un grupo de nuestros jacarandosos cuerpecitos, para remitirlo a los periódicos de la villa del oso y del madroño, y será graciosísimo que unos cuerpecitos tan sandungueros y castizos como el de J. Puyitas y un servidor de ustedes, salgan estampados en papel couchét, como decía Tomasillo Morán, mi compañero de barrera.

Sonaron las cuatro y con puntualidad ocupó el palco presidencial don Eulogio Ortega, quien ordenó que Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña, mi distinguido amigo y compañero de viaje, se diera una vueltecita por el redondel en unión de su gente montada y de a pié.

Antolín Arenzana, Recajo, sustituía a Muñagorri en la suplencia del pincho.
Hízose el paseo a los acordes de un flamenquísimo pasodoble y Chiquito de Begoña, aun no curado por completo del palotazo que le dio en el circo taurino de Bilbao un parladé, nos brindó el capote, (tabaco y oro) que colocaron de colgadura en sus barreras Amelia Suárez y Julita Santiago, no sin protestar J. Puyitas que deseaba tal honor para otras querubes que tenía a su lado.

Se abrió el portón de los sustos y los mayorales del marqués de Llén, titulo pontificio, dieron suelta al

PRIMERO

Llámase Regatero, más negro que el sombrerito gaona que lucía el revistero, marca Reinoso, y que no quiso chambar con Chiquito por el cariño que siente hacia el chapeo a cuyo físico hácele piramidal.

Regatero, que debió proceder del campo tradicionalista, se queda parado como diciendo: ¡ojalá! me dejen solo.
Chiquito le ofrece unas verónicas elegantes, y lo pone en condiciones de entendérselas con los de aúpa.
Rubio y Cid tientan la piel de Regatero por cuatro veces, y el primero pierde en la pelea un jaco con menos sangre que otro de madera que en su puerta tenía el saladísimo Ricardo, Pintas.
Africano y Mellaito adornaron el morrillo del manso cornúpeto con tres pares de rehiletes, y pasó a la jurisdicción de Chiquito que vestía de plomo y oro.
Pocos pases con la derecha para cuadrar, y aprovechando larga una estocada delantera que hizo polvo al de Llén.
Palmas al niño.

SEGUNDO

Melino, negro listón, marcado con el número 71 y sale con más pies que su dueño y señor cuando figuraba, si es que perteneció, a las huestes carlistas.
A las primeras de cambio Melino se declaró buey y con trabajo tomó las varas reglamentarias.
Rufino quiere hacer algo que el torito o babosa no consiente y los chicos sin pararse en lujo clavan cuatro pares de banderillas y Recajo les ayuda magistralmente con el capote; por algo es maestro.
Rufino tampoco emplea muchas filigranas con la franela, puesto que el bicho no lo merecía, y en cuanto pudo se perfiló entrando recto para dejar un pinchazo en su sitio
Repite la suerte y endiña media lagartijera, lo suficiente para enviar a la eternidad a Melino que marcha renegando de su suerte pura.

TERCERO

Torrecillo llamábase el que salió en tercer lugar, vestía de negro meano y tenía marcado el 64.
Rufino le saluda con unas semirevoleras, que se aplauden.
Los varilargueros mojan cinco veces el rejoncillo, en la sangre de Torrecillo, que debía ser de horchata, y haciendo cosas muy feas se libró del tuesten.
Mellaito y Cuco colocáronle los reglamentarios pares, y Chiquito, conociendo lo que tenía delante, y sin andarse con monerías, larga una estocada a toro parado que resulta algo delantera.
Encorajinado porque Torrecillo no se movía, Rufino se tira a paso de banderillas mandando a su contrario al desolladero.

CUARTO

Respondía en la vacada por Bonito, negro, de mejor tipo y más arrobas que sus hermanitos.
En el primer tercio ni , ni . Resultó fané la pelea de Bonito a la que el amigo Infesta pagó por los cinco moruchos.
Pareado por los chicos de Begoña pasó a entendérselas con el maestro.
Dos con la izquierda, otro con la derecha, uno por lo alto, puesto que Bonito bajaba la gaita, fue la labor del chico de las de Begoña para terminar con su cometido.

QUINTO

Aquí el adagio de que no hay quinto malo, no puede aplicarse, mi distinguido marqués.
Bis, Torrecillo, listón y negro, número 70, de la estadística de la casa de don Juan Manuel Sánchez, de Salamanca, nos salió a las primeras de cambio por peteneras y quería buscar la puerta para juyirse en busca de mejor suerte, de una carreta que arrastrar.
Recajo, el valiente novillero bilbaíno, desconocido en toda la región de Castilla pero entusiasta de Marianita la filia de Manuel y enemigo mortal de los paivantes, le ofreció el capote y el muchacho demostró tener quinqué y circunstancias haciendo cosas mu diznas y de toreros ¡Olé! los niños con reaños.
Los maestros a petición del respetable parearon.
Chiquito, llegando como los propios ángeles clavó medio par por dos veces.
Su brazo izquierdo necesita mucho masaje para jugarlo con más soltura.
Recajo, clavó uno que se aplaude y con la venia del usía, empalma la flámula y se va en busca de Torrecillo menor que estaba hecho un marmolillo.
Arte, elegancia, toó derrochó el niño con el trapo rojo y en cuanto preparó se tiró en corto y ceñido arreando una estocada, que solo tuvo la falta de estar un poco baja, pero fue lo suficiente para que Torrecillo muriera sin puntilla.
(Aplausos).

RESUMEN

El espectáculo aburrido por las malas condiciones del ganado del excelentísimo marqués de Llén, criador de reses bravas, de Salamanca.
Caballos, fenecieron cuatro por benevolencia de los del castoreño.
Picando, Cid; banderilleando, Mellaito; y bregando, Africano.
El maestro, tratando de agradar a la concurrencia pero sin suerte, por la mansedumbre de sus cuatro enemigos y no estar del todo curado de la paliza que le dio el Parladé en Bilbao.
Recajo, hecho un hombre con el capote, decentito con los palos y acertadísimo con la muleta y el pincho, siendo sacado en hombros.
La presidencia discretísima, y benevolente con el ganadero, dando a los toritos el poco o mucho castigo que se merecían.

El desfile piramidal, y el revistero deseando llegar a la hora de partir el tren para Zamora, no por aburrimiento, puesto que las horas en la condal villa se pasan agradablemente, sino para contarles a ustedes lo que este humilde servidor vio en la plaza toros, pues de los restantes festejos se encargará de relatarlos el amigo J. Puyitas, a la vez que les contará a ustedes las aventuras de un perrito, hermoso ejemplar que adquirió en Benavente, de raza no conocida en esta región, y que es digno de ser admirado por los aficionados a sport cinegético.

Con el permiso de ustedes a los cuales brindo gaona en mano ésta mal hilvanada revista, se despide hasta la primera, dando las gracias al honrado pueblo benaventano por las distinciones de que fuimos objeto los representantes de Heraldo de Zamora.

Un Cojo sin muleta
Heraldo de Zamora, 09/09/1912

miércoles, 18 de abril de 2012

LA CORRIDA DE BENAVENTE 1912

Las simpatías que todos los zamoranos sienten por la simpática villa de Benavente, ha despertado un entusiasmo considerable por las ferias y fiestas que allí han de celebrarse.

En el tren correo de esa misma tarde han salido para la vecina villa un considerable número de hijos de la capital, jóvenes en su mayor, parte, que con su presencia en Benavente, quieren patentizar el cariño que profesan a sus habitantes.

Anuncian que al día siguiente, en el tren especial, partirá también una numerosa colonia de zamoranitos a la que se une, cómo no, El HERALDO DE ZAMORA, que siguiendo su tradicional costumbre, enviará su modesta representación, confiada a dos de sus redactores, para que a la vez que se deleiten y diviertan en la condal villa, cumplan con la agradable misión de publicar extensas informaciones de las ferias y fiestas: J. Puyitas y Un Cojo sin muleta.


CAIRELES Y PITONES

La corrida de Benavente

Mañana, Dios mediante, y si el tiempo lo permite, se verificará en Benavente la corrida de toros, anunciada con mucho bombo y platillos, por el simpático empresario Ambrosio Infesta, que no omitiendo gestos logro formar el cartel con Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña, que matara él solito cinco magnificas reses de la vacada del marqués de Llén, vecino de Salamanca.

El espectáculo taurino dará principio a las cuatro en punto de la tarde y lo presidirá el alcalde don Augusto Alonso Salvador.

Como los simpáticos benaventanos no se duermen en pajas, han conseguido de la Compañía del Oeste, la circulación de un tren especial que partirá de Zamora a las ocho y cuarenta minutos de la mañana, para llegar a la pintoresca villa de los Condes a las doce y veintiocho minutos, es decir, con tiempo suficiente para reponer fuerzas, tomar café y admirar un poco las beldades benaventanas en el delicioso paseo de la Mota y calle de Alfonso XIII.

El recorrer los 116 kilómetros en el viaje de ida y vuelta, costará: 9 pesetas 60 céntimos en 1ª clase; 7,20 en 2ª, y 4.80 en 3ª, y los billetes serán valederos hasta el día 12.

Siendo grandísimos los deseos que hay entre la afición zamorana para ver torear a Chiquito de Begoña, al pundonoroso Rufino San Vicente, que en 1910 logró eclipsar en nuestro circo taurino al astro de mayor magnitud de la tauromaquia, al gran califa cordobés Rafael González, Machaquito, es de esperar que mañana la orden botijil será numerosa y así daremos una prueba más a Benavente de nuestro agradecimiento.

Ya lo saben ustedes; mañana, y hora de las ocho y cuarenta, parte para Benavente el tren especial; no descuidarse y a coger billete.
Allí nos espera la banda del regimiento de Burgos, que dará unos conciertos de órdago, la compañía Gómez Ferrer con un repertorio de lo más clásico y selecto, simpáticas coupletistas con canciones modernísimas y numerosos amigos con los brazos abiertos para estrecharnos y darnos las gracias por nuestra justa correspondencia.

¡¡Al tren!! ¡i A Benavente!! ¡¡A los toros!! ¡¡Viva Chiquito de Begoña!! i¡Vivaaaa...!!

Un Cojo sin muleta.
Heraldo de Zamora, 07/09/1912

martes, 17 de abril de 2012

LA FERIAS DE BENAVENTE (II)

Una vez finalizadas las ferias de San Agustín, en Toro, el tradicional calendario taurino de Un Cojo sin muleta nos conduce a Benavente y sus ferias de septiembre.

El propio alcalde de la localidad, conocedor de la importancia de una conveniente promoción envía personalmente los programas anunciadores de los festejos que han de celebrarse durante la próxima feria a la redacción de Heraldo.

La empresa del coliseo de Benavente ha contratado a una notable compañía para actuar durante las fiestas, la que dirige el primer actor Francisco Gómez Ferrer y que la componen un destacado elenco de artistas que pondrán en escena un excepcional repertorio donde figuran las obras más selectas y modernas a partir del día 8.

El diestro Chiquito de Begoña ha confirmado que se encuentra en condiciones de torear en el coso taurino de la villa de los condes-duques.

En el acreditado café de la calle de la Rúa, los conocidos empresarios Manolo Alonso y Horacio Delgado instalarán durante las ferias un pabellón cininesco donde actuarán dos hermosísimas coupletistas para el culto público benaventano.

CAIRELES Y PITONES

Las ferias de Benavente.

Con gran profusión circulan por toda la provincia los programas anunciadores de las ferias que se han de celebrar dentro de breves días en la villa de los condes, las cuales prometen verse aún más animadas que en años anteriores.

El Ayuntamiento, que tan dignamente preside don Augusto Alonso Salvador, de acuerdo con el Comercio y la Industria benaventana, ha organizado sugestivo y atrayente cartel de festejos, con los cuales se conseguirá hacer más agradable la estancia del forastero en la simpática localidad, patria chica de Joaquina La Portuguesa, la hostelera que más fama ha conquistado en la región de Castilla, aderezando el sabrosísimo y clásico bacalao de la tranca, manjar que según sus paisanos, gusta como las «propias rosas», y conste que no es reclamo, pues todo el mundo sabe que habita en la calle Herreros.

El amigo Ambrosio Infesta, conocido empresario de toros, ha organizado brillantísimo festival taurino para la tarde del día 8, sobre la base de Chiquito de Begoña, que se las entenderá con cinco brutos astados bien puestos de carnes y con muchas defensas, procedentes de la ganadería del señor marqués de LLén, vecino de Salamanca.

Como sobresaliente de espada, figura en el cartel el valiente novillero José Muñagorri, que ayudará eficazmente al maestro Rufino en su labor taurómaca.

En el teatro, saben los lectores, que el simpático empresario Juan Villarino, contrató anteayer en Medina del Campo a la notable Compañía cómico dramática Gómez Ferrer, que con extraordinario éxito actúa en el coliseo de «Isabel la Católica», de referida villa, y no ha mucho, hizo brillante temporada en el teatro Liceo, de Salamanca.

Con estos elementos y el concurso de la laureada banda del regimiento de Burgos, es de presumir que las próximas ferias de Benavente se celebren con mayor animación que años anteriores.

Cónstale al revistero, que los preparativos llévanse muy adelantados, y el vecindario entero desea llegue el día 8 para acudir al coso de la carretera de León, y presenciar las faenas que con los cinco morlacos de Llén realice el arrrojado matador Rufino San Vicente, Chiquito de Begoña, una vez restablecido del percance que sufrió toreando en la plaza de Bilbao.

Un Cojo sin muleta.
Heraldo de Zamora, 04/09/1912

viernes, 13 de abril de 2012

HISTORIA DE UN CORNETÍN

                                                               Dedicado a las bandas de CC y TT de Zamora,
                                                               por su abnegación y generosidad.


Hace algunos meses escribí un artículo acerca de Remigio Díez Rodríguez, primer cornetín de la banda de música del Regimiento Toledo 35, un personaje muy popular en la Zamora de los primeros años del siglo XX.
Esta es una de esas personas que forman parte por derecho propio de la intrahistoria de esta ciudad, gentes anónimas olvidadas por el devenir de la otra historia, la que los libros de texto se ocupan de conservar.

«Pero las muchedumbres somos igual que las veletas: giramos del lado que viene el viento. Remigio, algún día, en Zamora, fue más célebre que el gobernador civil, que el presidente de la Audiencia, que todas las personas de mérito indiscutible; los niños le querían, los propios le admiraban, los extraños ansiaban conocerle. ¡Era tanta su popularidad!... »

Son palabras de Abelardo de Barrio (1894-1913), autor de la obra “Historia de un cornetín: Remigio Díez. Su vida y sus obras...” publicada en 1912 con motivo de su licencia por edad.

Con el mismo título aparece publicado un largo artículo en el Heraldo de Zamora el 20 de agosto de 1912 y que sirve para completar aquella primera aproximación que realicé hace varios meses, y que ahonda en la excepcional personalidad de esté músico, del que este año se cumple el centenario de su retirada.

Nace en León en el seno de una familia humilde en el año 1862.
Dedicó sus primeros años a la pintura, pero pronto comprendió que tenía una aptitud innata y pensó en ser músico.
En 1875, afianzada por completo su vocación, comienza en León su formación musical bajo la dirección de don José Areal, maestro de la Sociedad «Amigos del País» y organista de la Santa Iglesia Catedral.
En 1876 se dedicó de lleno al instrumento que con tanto cariño profesó, y a los seis meses gana plaza de primer cornetín en la banda municipal «La Filantrópica» donde figuraba como músico mayor el gran director don Ildefonso Fernández.
En 1877 ingresa en clase de voluntario para la música de la Reserva de Lérida número 42 (más tarde regimiento de San Marcial número 44,) donde trabajando con fe y entusiasmo, fue dando cima a su modesta carrera, escalando la cúpula de la popularidad, hasta llegar al apoteosis de su vida militar, en el año de 1912.

«Decir Remigio Díez, es decirlo todo: un poema y un cantar: él es algo nuestro, propio, indiscutible; algo que se nos adentra en los rincones del espíritu. Toda Castilla le conoce. En todos los pueblos, ya en fiestas, ya después de un paseo militar cuando los soldados, cubiertos de polvo y rendidos por el cansancio, procuraban descansar de sus fatigas, la notas alegres del cornetín de Remigio venían a ser el abracadabra de aquellas calenturas; la plaza del pueblo, el campo, las afueras, donde fuese, se veía lleno de personas; todo el mundo dejaba las casas abiertas, para correr a escuchar las notas aguerridas del cornetín, que impulsaba los pechos en un anhelo y las manos en un deseo loco de aplaudir...»

El talento musical con el que conseguía arrancar a su cornetín esas afiligranadas florituras consiguieron no sólo el respeto, sino la admiración de cuantos tuvieron la fortuna de admirarlo.

«Le han caricaturizado; los periódicos le consagraron columnas enteras, por él se hicieron couplets; los más ilustres personajes -generales, obispos y toreros-, han estrechado su mano; posee autógrafos y retratos de los artistas más eminentes, de los músicos más inspirados; le han brindado toros, célebres espadas;»

Pero Remigio era más que un notable cornetín, era sobre todo una persona alegre, franca, simpática, todo alma...

«Hace muy pocos años, y, sin embargo, los que entonces éramos chicuelos, tenemos grabada en la retina la figura simpática «del cartero del regimiento Toledo», de aquel músico rechoncho y colorado, con la cabeza afeitada, que todas las tardes al regresar de la Central, llevando la cartera a las espaldas, veíase asediado por la admiración general. Pasaban las niñeras: «¡Adiós Remigio» Y Remigio, poniendo en sus ojos un chispazo y en sus labios una risa, contestaba: «¡Adiós pimpollos!» Venía algún jefe, Remigio; alzando la mano a la altura del ros, siempre risueño: «Mi coronel: buenas tardes». «Para todos tenía algo». Ni Las señoritas, que estaban en los balcones y que, al pasar, le sonreían, se libraban «de sus achaques». Era él mucho hombre.»

La prensa local y de provincias dejaron numerosos ejemplos haciendo justicia de sus méritos:

«El Campeón y El Porvenir, de León; El Duero y HERALDO DE ZAMORA; El Castilla, El Norte de Castilla y El Porvenir, de Valladolid, El Lábaro, El Castellano, El Noticiero y El Adelanto de Salamanca. El heraldo de Linares, La Iberia, de Ciudad Rodrigo, El Combate, de Béjar, La voz de Peñaranda, El Correo de León.., cien y cien más tuvieron para Remigio un aplauso y una frase cariñosa.»

Tenía, afirma el biógrafo, una carpeta lujosamente encuadernada

«...donde guarda revistas y periódicos de todas clases y matices, que pregonan su fama, tiene también retratos y autógrafos de artistas que, al marchar, en su lucha por la vida, quisieron dejarle expresado su recuerdo; quizás sea esta carpeta lo que Remigio quiere con más anhelo;»

El general Carbó, Eduardo López Juarranz, el maestro compositor y director de la banda de música del Real Cuerpo de Alabarderos; Martínez Montosa, la actriz Concepción Rustani, Pau Casals, una lista interminable de figuras que constituyen ese museo sentimental del célebre Remigio.

Otro aspecto, un nuevo don de este hombre genial, era el de la oratoria.

«Se organizaba algún banquete, fuese en honor de quien fuese...allí estaba Remigio, con su honor y su persona. ¿Había brindis? Pues brindaba por todos: por San Fernando, por San Pedro y San Antonio; pero, ¿no brindar él?
Imposible.»

De palabra fácil, ideas lúcidas y exquisitas, de sus labios salía lo mismo un piropo que un discurso, un chiste que pica pero no enoja, una idea desvanecida antes de adivinada, Remigio era un orador de cuerpo entero.

La famosa vedette Amparo Borí le cantó unos couplets dedicados recibiendo estruendosas ovaciones en aquella noche incomparable, cuando fijó sus ojos incandescentes y le saludó :

Salve, Remigio, lleno eres de gracia!...

«Os agradezco vuestros aplausos,
porque la gloria no hay quien discuta,
pero el maestro me está diciendo
que ya no puede con la batuta,
al Clarinete se le va el aire
y sin pulmones está el flautín
y hasta Remigio me dice: -¡Amparo!
¡que se me tuerce el cornetín.»

Después de rechazar ventajosas proposiciones continuó viviendo en Zamora, ciudad a la que tanto quiso.
No sé aun que fue de su vida, tras su retirada.
En el Porvenir de León, en 1914 lo despiden cariñosamente tras una breve visita «inimitable corneta y presidente en Zamora de la sociedad de sopleo»
Y en El Adelanto de Salamanca, en 1917 da cuenta de que se encuentra en la ciudad «el célebre y popular cornetín, ex-músico de primera de la banda del Regimiento Toledo, muy conocido y muy estimado en Salamanca donde cuenta con generales simpatías y admiradores.».

No cabe duda que Remigio fue toda una leyenda, en esta nuestra Zamora, querido y admirado por sus contemporáneos, me resulta tan extraño su olvido...

«De aquellos buenos tiempos, en que los obispos estrechaban su mano, y los toreros le brindaban sus toros: y le daban autógrafos los artistas mas eminentes, va quedando poco a poco, un pálido recuerdo; el que algún día llenó con sus cosas las columnas de los periódicos, y en libros dedicados a la actualidad local ocupó lugar preferente, y tuvo en cada labio una pregunta y en cada pecho un latido, terminada su vida militar, desaparece estos días. A eso, a evitar que algo que fue muy nuestro se aleje, sin dejar en nosotros un recuerdo, tienden estas líneas.»


(Textos extraídos del artículo publicado en Heraldo de Zamora Historia de un cornetín: Remigio Díez. Su vida y sus obras...”. Abelardo de Barrio, 22/08/1912)