martes, 20 de marzo de 2012

EL VIAJE A POVA : La iglesia parroquial y lo que aconteció en ella.

La excursión protagonizada por los redactores de Heraldo de Zamora, J. Puyitas y Un Cojo sin muleta, a la aldea de Pova, en las proximidades de Miranda de Douro, llega a su fin.
Tras constatar a través de los diferentes corresponsales, que una gran cantidad de gente estaba visitando a Mariana Dos Ramos, una niña pastora que afirmaba haber sido testigo de una aparición de la Virgen y que se afirmaba que el agua de un pozo cercano y la tierra donde la Virgen hizo su aparición,tienen propiedades curativas milagrosas, el Heraldo envía a sus redactores con el fin de que nos relaten minuciosamente lo que allí está sucediendo.
La excursión comenzó un sábado por la tarde, regresando a Zamora, el lunes siguiente, aprovechando que dicho día era festivo, no laborable, ya que se celebraba la fiesta de San Juan.
La crónica del viaje fue publicada por partes, durante varios días, dando testimonio de una sociedad en la que se mezclaban a partes iguales pobreza, supersticiones y analfabetismo.


EL VIAJE A POVA



Dijimos en uno de nuestros últimos números que, a juzgar por el aspecto exterior, la iglesia parroquial del pueblo de Marianita era pobre. En efecto: ni el altar mayor, ni otros dos pequeños retablos (uno que fue pasto de las llamas no ha muchos meses) acreditan de artistas a sus autores, por fortuna para ellos desconocidos.

Como el bondadoso P. Félix, según nos dijo, no está muy sobrado de coronas, no ha podido permitirse el exceso de restaurar el retablo incendiado, hoy cubierto por un enorme cuadro de madera con figuras en relieve, representando los Novísimos.

Bien concebido el asunto, pero rematadamente mal ejecutadas las figuras, en especial las del purgatorio, no falta al cuadrito más que un rótulo que diga «Por respetos al arte, envíeseme al más apartado rincón de la sacristía.» Con todo ello, y cediendo galantemente a instancias que el P. Félix le hiciera, J. Puyitas explicó con gran lujo de detalles a varias meninas, el asunto de tan antiartística obra, digna de más acertada ejecución.

Abandonamos aquel sagrado recinto, para trasladarnos a la plaza del pueblo, donde con gran satisfacción de mis compañeros y de la familia de la Niña Mariana, el amigo Corti nos hizo preciosísimo grupo fotográfico, en el que al lado de Manuel (el papá) y su numerosa prole, los virtuosos PP. Juan Antonio y Félix; lucen sus jacarandosas hechuras Ricardito Pintas (padre), Gerardo, Un cojo sin muleta y J. Puyitas.

Este caprichoso grupo, como otros varios que obtuvimos en nuestra memorable excursión, son joyas de inestimable valor que guardamos cual gratísimo recuerdo.

Con el natural sentimiento nos despedimos de aquellas buenas gentes, no sin hacer protesta formal y solemne de repetir la visita y emprendimos el regreso, realizando un viaje más feliz, si posible fuera, que nuestra marcha a tierras lusitanas.

Y, cumpliendo lo ofrecido, muy en breve publicaremos la «Sección de curaciones» y hasta las coplitas que en idioma portugués escribió un admirador de Marianita, cantándola sus proezas.

Heraldo de Zamora, 04/07/1912

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