martes, 17 de enero de 2012

EL COLOSO DEL TOREO

La posibilidad cada vez mayor de organizar dos corridas de toros para las Ferias de San Pedro de 1912, con la participación del que es considerado uno de los mejores toreros en la primera década del siglo XX, Ricardo Torres, Bombita, ha generado un excepcional entusiasmo entre la afición taurina zamorana.

Ricardo Torres, Bombita, protagonizaría el 12 de abril de 1912, una de sus mejores y mas legendarias faenas en la plaza de toros de Madrid, después de ausentarse durante dos años, por desavenencias con el empresario de la plaza Indalecio Mosquera. Aquella faena fue premiada con una oreja, lo que en aquellos tiempos constituía toda una epopeya, ya que era la cuarta oreja que se otorgaba en la plaza madrileña en el siglo XX y la sexta de todos los tiempos.
Lidió y estoqueó de forma extraordinaria al quinto toro de la tarde, de nombre Judío de la ganadería de Santa Coloma. Año y medio mas tarde, el día de su retirada volvería a lograr el que sería su segundo y último trofeo en la plaza de la capital.

Para ilustrar la histórica faena, Un cojo sin muleta, acude a la crónica del madrileño periódico El Liberal donde José de la Loma, periodista taurino que firmaba con el seudónimo de Don Modesto, escribía sus brillantes crónicas. Es considerado el primer cronista taurino, y sus crónicas permitían al diario aumentar la tirada varios miles de ejemplares los días en que se publicaban.
Con un estilo muy personal, lleno de ingenio, ameno y repleto de anécdotas, sus crónicas las denominan “impresionistas”, pues dicen que estaba influido por este movimiento artístico. En cualquier caso, son parte, sin duda alguna de la historia del periodismo taurino.


EL COLOSO DEL TOREO


Como Ricardo Torres, Bombita, será uno de los matadores que tomen parte en las corridas de San Pedro en nuestro circo taurino, creo oportunísimo publicar el juicio crítico emitido desde las columnas de El Liberal por el saladísimo revistero Don Modesto, acerca de la faena que el niño de Tomares realizó el domingo pasado al matar el quinto toro de Santa Coloma en la plaza madrileña.
Dejemos la palabra al revistero:

«El quinto toro, que a juicio mío, había padreado, hizo toda la pelea sin gran coraje, quedándose en todas las suertes, sin consumar ninguna. Vamos, como el que va a la feria por compromiso y de mala gana, y se para a hablar con todo bicho viviente que encuentra en el camino.

Para estos toros de mármol se necesita un matador de las excepcionales condiciones de Bombita. Porque hay que llegar con la muleta, consentir mucho , empapar y no separar la franela de los hocicos de la fiera. Quitarle las ilusiones, como decía un aprendiz de poeta modernista. Para realizar esta labor precisa tener un dominio de muleta extraordinario, unas piernas de acero, una vista de lince y unos riñones de goma. Y "aluego", voluntad, querer.

Y el Papa Ricardo, que salía ayer al anillo como un novillero de veinte años, dispuesto a jugárselo todo a una carta, quiso.

La faena resultó preciosa. Los inteligentes apreciaron su mérito, porque se habían percatado de las malas condiciones del cornúpeto. Bombita, dominador absoluto en el más alto sentido del concepto, tornó al buey en borrego noble y suave, y a muy poca distancia, le entró a matar con una corta superiorisísima, que tumbó al animal sin puntilla, a las plantas de su diestro matador.

Millares de pañuelos se agitaron con delirante entusiasmo, pidiendo la oreja del difunto para el de Tomares, y el concejal de tanda, reacio a la concesión, procuraba ocultarse a las miradas de la exaltada muchedumbre. Pero el Rey que había presenciado la hermosa faena de Bombita, agitó también su pañuelo, y entonces el presidente hubo de acceder a la demanda. donando la oreja al valiente torero.

A mi me ha parecido muy bien el alto honor concedido Y no precisamente porque la muerte de aquel toro fuese magnífica, que otras iguales y hasta mejores ha dado Bombita a otros cornúpetos de memorable recuerdo. Sino porque la concesión de la oreja envolvía una porción de cosas, y a ellas se debe el que a todos nos haya complacido la condescendencia del presidente concejal.

Había que significar el agrado con que ha visto el público madrileño la vuelta de Bombita a nuestra Plaza. Teníamos que probar nuestra admiración por el pundonor de un diestro millonario, que hallándose a la cabeza se deja romper la taleguilla para herir a un toro en lo alto. Debíamos tributar al valiente diestro un homenaje de desagravio por algunas pequeñas injusticias que hemos cometido con él al juzgar su pleito con el empresario de Madrid. Todo esto significaba la oreja, y por eso creo el público hizo bien al pedirla y el presidente concediéndosela.

«iPapam habemus!»

La silla de Paquiro Montes ha vuelto a ser ocupada por su legítimo representante, Ricardo ll.
¡Ave, César Ricardo! Yo te saludo, tú me bendices.
Y aquí no ha pasado nada.

Los suspiros son aire y van al aire,
las lágrimas son agua y van al mar,
y el arte de Bombita grande e inmenso,
donde le ponen se está»

Hasta aquí ha tenido concedida la palabra el maestro Don Modesto, pero ahora permítaseme decir a mis lectores que Ricardo Torres tiene ofrecido a los zamoranos corresponder a las atenciones que el año anterior recibió de la Comisión que fue a Madrid a gestionar la contrata de Antonio Fuentes y seguramente trabajará como lo ha hecho en Madrid últimamente.
Veremos si se confirman los ofrecimientos y la afición presencia otro espectáculo como los madrileños lo vieron el pasado domingo.


Un Cojo sin muleta.
Heraldo de Zamora, 16/04/1912

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