miércoles, 14 de diciembre de 2011

NOVILLADA EN BENAVENTE 1911

El mundo taurino se encuentra consternado por el fallecimiento del matador sevillano Manuel Díaz Herrera, Minuto Chico, acontecida el 3 de septiembre mientras toreaba a Faccioso, de la ganadería de Flores en la plaza de toros de Alicante, y los antitaurinos aprovechan para demonizar a la fiesta. En Benavente, ausentes de la histórica polémica, se disponen a celebrar sus fiestas de septiembre con una novillada, en la que concurren, Pacomio Peribañez y Dominguín.
Dos redactores del Heraldo de Zamora se trasladan a la ciudad de los condes duques con el fin de dar cumplido detalle de los festejos, los conocidos J. Puyitas que se encargará de la crónica general de los festejos y Un cojo sin muleta, de la revista o crónica taurina.
Además, el mismo día, en el circo zamorano, se celebró una novillada, con cuatro reses de Santiago Neches para el novel novillero cacereño Víctor Fernández, Extremeño, que resultó a tenor de las crónicas, bastante mala, el matador con voluntad y afición pero falto de cualidades. Y la entrada, igual que el ganado, floja.



La de Benavente

Las circunstancias y la falta de espacio me impide dar a esta reseña la extensión que se merece y heme de concretar a decir sin ambage ni rodeos cuanto pasó en el coso benaventano en la tarde de ayer.
La Plaza estaba totalmente ocupada y en los palcos había preciosas muchachas luciendo con gran donaire soberbios mantones de manila.
La banda provincial alegra a la muchedumbre con el pasodoble dedicado a Pacomio, y a las cuatro y media ocupaba el palco presidencial el teniente alcalde don Eulogio Ortega, teniendo a derecha e izquierda a los señores juez de instrucción y capitán de la Guardia Civil.
Hace ondular el blanco moquero y a los acordes del flamenquísimo pasodoble, las cuadrillas pasean por el ruedo capitaneadas por Andrés del Campo, Dominguín y Pacomio Peribañez.
Conrado Rodríguez, montando preciosa jaca negra, corre la llave y esta se la entrega al encargado de los chiqueros para dar suelta al

PRIMERO

Era de Juanito Carreros, colorao, ojo de perdiz, regular de carnes y bien puesto de cuerna.
Dominguín, que tuvo la galantería de encomendarnos la custodia del capote de paseo, ofreció al cornúpeto varios lances de capa, y Pacomio hizo lo propio, muy artísticamente, por cierto.
Por cuatro veces Farnesio y Chato mojan en la piel del animal, que achuchaba, y Orteguita y Ahijao se adornaron el morrillo con tres pares superiores clavados de frente.
Andrés del Campo, que lucía terno oro y granate, empuña la flámula, y después de cumplimentar a la presidencia, se dirige al de Carreros, dándole varios pases de pitón a rabo, faena que hace con inteligencia.
Cuadra al bicho, se perfila, y dejándose caer ceñido y en corto, agarra una estocada tendida, pero que basta.
Dominguín coge al buró por el cuerno derecho, y tocándole el testuz, hace doblar al animal a sus pies.(Palmas).

SEGUNDO

Negrito como una mora, cornigacho y tiene mas gasolina en los pies que un H.P. De 41 caballos.
Catalino y Marinero se encargaron de castigar por cuatro veces al morlaco a cambio de una caída de latiguillo.
Pacomio hace un quite de maestro.
Tomas Peribañez prende un par de rehiletes algo caído, Fresquito medio, Peribañez otro bueno, y Fresquito un palo a la media vuelta.
El chico de Valladolid, que viste oro y azul, coge la franela, que por cierto era bastante larga, y después de pasar a su enemigo de pitón a rabo, atiza un pinchazo en hueso, bien señalado.
Nueva preparación con desarme, haciéndose la faena pesada.
Hace juntar las manos al animal, largando una estocada contraria que manda al Carreros a la eternidad.

TERCERO

Corniapretado, bragado y buen tipo de toro.
Los picadores de Dominguín entran cuatro veces en suerte agarrando regulares puyazos a cambio de algún tumbo y desmonte.
Los maestros a los quites, rematando los suyos Dominguín con la montera.
Orteguita y Ahijao ejecutan el tercio de barandillas con brevedad.
El diestro madrileño da varios pases de frente y alguno ayudado, para lograr una estocada costillera.
Saca el pincho y con mucha limpieza clava media en su sitio.
Después de un pequeño descanso salió por la puerta del chiquero el

CUARTO

Negro, abierto de pitones y de mucho poder.
Con voluntad tomó seis varas y dejó para el arrastre tres sardinas.
La plaza, gracias a la buena dirección,se convirtió en herradero.
La presidencia cambia el tercio, y el toro, aprovechando la apatía de Pacomio cogió querencia a un jamelgo, costándole a Tomas Peribañez y Fresco un ojo de la cara el sacarlo a los medios para parearle malamente.
Adrián Rodríguez sufrió un palotazo en la pierna izquierda, y el mediano de los Peribañez perdió en la pelea el capote.
Tomás desde un burladero clavó un palo en las posaderas del buró.
Ayer todo se admitía.
Pacomio muletea como pudo entre un caballo y la pared, pinchando una vez en hueso.
Nueva preparación, otro pinchazo y descabelló a pulso a la primera.

QUINTO

Negro, meano y de poder.
Dominguín, le tiende el capote y el toro atiende a la faena vistosa del matador.
Los varilargueros son castigados por el animal, que achuchaba en firme pegando porrazos monumentales.
Cumple en varas, los matadores cogen los rehiletes y la música lanza al aire los primeros acordes del pasodoble Pacomio.
Este pendió uno de frente muy igual, y su compañero, después de elegante y aplomada preparación, elevó un par superior, cerrando el Fresco el tercio con otros dos palitroques, aprovechando.
Andrés del Campo brinda la muerte de su enemigo al señor conde de la Bisbal, y sacando el buró a los medios, realizó preciosa faena, dando pases en redondo de pitón a rabo y de frente para atizar media estocada con derrame interior.
El toro se acuesta y el pueblo soberano otorga al matador la oreja del animal.

SEXTO

Retinto; salió al revés para que no se le viera la cara.
Tenía buenos pitones y muy bonito de lámina.
De refilón tomo una vara, Marinero le ofreció otra, y el presidente, que debía de estar pensando en las Batuecas, cambió la suerte, retirándose los picapedreros.
De la orden presidencial el publico protesta, Peribañez reniega y sobre Adrián Rodríguez, que tuvo la osadía de clavar un par, cayó un diluvio de cáscaras de sandias, recibiendo un fuerte golpe detrás de la oreja derecha.
El mayor de los Peribañez intenta proseguir la lidia y su presencia en el ruedo es acogida con nueva lluvia de cáscaras.
Los maestros suben a la presidencia.
Pacomio se dirige al patio de caballos y manda salir a los picadores.
El contratista de caballos se niega a facilitarlos diciendo que le habían matado diez fieras y no quería perder mas.
El escándalo arrecia, las cuadrilla cogen los capotes de lujo para najarse, y Pacomio desde el centro de la Plaza pregunta a la presidencia que camino tomar.
Mientras esto ocurría, en el corral se pegaban los del castoreño y el cañí contratista de caballos, teniendo que intervenir la Guardia Civil.
Por fin, Dominguín logra que dos picadores salgan a la plaza para dar dos puyazos mas al animal, que se había hecho el dueño del anillo.
Los banderilleros elevan dos pares porque no hay mas palos, y Pacomio le dio una estocada al toro poniendo fin a la corrida.
Los toros tres buenos y los restantes medianos.
De la gente, Dominguín y nada mas que Dominguín.
Para desgracia de Pacomio, al regresar de la plaza en automóvil, éste atropello un burro dejándolo sin servicio y por el cual le exigían cien pesetas.
El presidente, ignorando lo que se traía entre manos: estuvo a punto de crearnos un conflicto sin motivo que los justificase.

Un cojo sin muleta
Heraldo de Zamora, 09/09/1911

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