viernes, 23 de diciembre de 2011

DOCTRINA CRISTIANA DEL ÓRGANO CON CENSURA

El alijo de armas incautado en Zamora y que estaba destinado a proveer a los monárquicos portugueses sublevados en Portugal contra la República, enfrenta nuevamente al Heraldo y al Correo.

En Portugal se han extremado las medidas de vigilancia en las fronteras, ya que los monárquicos se han refugiado en las ciudades limítrofes de España, reforzando los destacamentos próximos con infantería y caballería.

Heraldo de Zamora, 18/10/1911
El 18 de octubre El Heraldo reprocha a El Correo, su doble moral, al invocar éste último sentimientos humanitarios para prestar ayuda a los monárquicos portugueses. Le recuerda, como recientemente ponía el grito en el cielo para arremeter contra Francia por facilitar armas a los moros que asesinan a nuestros soldados en la Guerra del Rif.

Ahora le parece mal, le recrimina El Heraldo, que nuestras autoridades persigan a los conspiradores realistas y al contrabando de armas cuando todos sabemos que dichas armas las destinarán a matar soldados del ejército lusitano, de carne y hueso como los nuestros.

Heraldo de Zamora, 18/10/1911
El Heraldo se pregunta, qué personas serán las que dice El Correo, que afirman que el pueblo de Zamora caballeroso, honrado y hospitalario protesta contra dicha campaña.

Insiste nuevamente en que la hospitalidad que debemos ejercitar es la de pedir amparo y protección para ellos, a cambio de que no conspiren, ni realicen actos de contrabando para luchar contra la República, porque en cuyo caso solicitaran el mismo rigor que reclamaban contra los enemigos de España y los contrabandistas en África.

El simulacro de invasión perpetrado por Paiva Conceiro desde Galicia, fracasa desde el primer instante, en que se enfrentan a las tropas republicanas. Los sublevados huyen en todas las direcciones maltrechos e indisciplinados con
las primeras descargas de artillería y caballería.

Heraldo de Zamora, 18/10/1911
Mientras tanto, El Correo de Zamora, que ha participado del ruido amplificando con sus noticias y su defensa la posición contrarrevolucionaria, afina su puntería y dispara contra Enrique Calamita, propietario del Heraldo de Zamora.


PARALELOS


El director de El Correo de Zamora, que está furioso desde que fracasó a los portugueses el contrabando de armas, publica ayer una denuncia llena de insidia, odio y refinada perversidad, con el propósito único de perjudicar, no solo el buen nombre que como funcionario público tiene merecido el propietario de este periódico, sino además, aprovecha la dolencia que actualmente le aqueja a éste; para afirmar de manera rastrera y falsa que no cumple con su deber.
Leída esa noticia escueta, sencilla y categórica a la que no falta más que un nombre, para constituir denuncia precisa y terminante, nuestra memoria feliz ha traído a cuento una campaña de otro periódico zamorano; hablamos de La Voz Republicana: que consecutivamente, uno y otro día, llevó su encono a denunciar a nuestro amantísimo Prelado; diciendo que no cumplía; él, que es esclavo fiel de su ministerio y mártir de sus obligaciones, los estrictos deberes de visita a la Diócesis, por lo que tiene asignados emolumentos justísimos y merecidos en este caso, que merced a su celo cristiano está introducida la doctrina sana y católica en toda la diócesis.
El Correo de Zamora, ese periódico carlista con censura eclesiástica, que recriminaba acre y duramente la actitud del Moralejo, que denunciara a los contrabandistas portugueses, en tres días ha cambiado el valor de toda su moral.
Su Themis, es el director asalariado de la publicación, don Constando Arias , y en la balanza que muestra, tiene en un platillo El Correo de Zamora, que da parte de que un delineante de Obras Públicas no va a la oficina; en el otro, La Voz Republicana, que denunciaba que el señor Obispo no cumplía la visita pastoral. Y la aguja que marca el peso, en el fiel, señala el acto reprobable de Moralejo
¡Cuánto lo sentimos por El Correo de Zamora y por los amparadores de don Constancio! La Voz Republicana, al fin y al cabo, no tenía censura eclesiástica.
Y después de todo, resulta muy triste ver como la buena prensa busca el nivel de la mala, de la condenada, de la que todos anatematizamos, porque sus denuncias y sus campañas no son piadosas ni cristianas, ni las inspira tampoco un dulce deseo de paz y de armonía en la Viña del Señor donde todos somos hermanos.
Y para terminar, solo se nos ocurre, con la venia del denunciado, advertir al denunciador que puede seguir por el camino emprendido, aunque sospechamos no le queda mas que decir; y a los señores don Laureano y don Aurelio Alonso, dueños del periódico y amparadores de las miserias de don Constancio, que les vivimos eternamente reconocidos, aguardando ocasión oportuna, que no se hará mucho esperar, de corresponder a su noble y generoso proceder.

(Heraldo de Zamora, 19/10/1911)

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