viernes, 21 de octubre de 2011

¿VENDRÁ BOMBITA?

El 29 de mayo de 1911, y durante la celebración de una corrida en El Puerto de Santa María a beneficio de la Asociación de la Caridad de Cádiz, en una tarde desapacible y lluviosa, Ricardo Torres Bombita, al entrar a matar el quinto de la tarde, resbala y cae, siendo conducido a la enfermería con una luxación en un pie.
Este incidente desata la preocupación de la Comisión organizadora de la corrida de San Pedro ante la posibilidad de que el torero no se restablezca para dicha fecha y peligre su concurso. El 14 de junio Manuel Torres Navarro, padre y apoderado del diestro remite contestación a Ramiro de Horna, secretario de la Comisión organizadora en la que agradece el interés por el estado de su hijo y se muestra complacido de manifestarle que de seguir su curso normal la lesión,el día 20 será dado de alta por los médicos, reanudando sus compromisos el día 25 en Nimes. Aprovecha para advertir al secretario que procuren tener la enfermería de la plaza en perfectas condiciones y con personal suficiente, ya que este factor es esencial para que los toreros puedan restablecerse de las lesiones con mayor celeridad.


CAIRELES Y PITONES

Se acerca ya el deseado día de San Pedro y con el la celebración de la archiespampanante corrida de toros, donde el rey de la tauromaquia, excelentísimo señor don Ricardo Torres Bombita, el niño de Tomares, y su compañero Castor J. Ibarra, Cocherito de Bilbao, se las entenderán guapamente, con seis burós de la acreditada ganadería andaluza, que conste, ¿eh?, de doña Tomasa Escribano, viuda de don Joaquín Muruve, los cuales, según carta que me facilita un entusiasta aficionado de la Comisión, visten y están bautizados en el registro de la vacada con la siguientes inscripciones:

Número 13, Tomillero, cárdeno.
Número 22, Pañero, negro.
Número 27, Pelofino, negro.
Número 37, Altivo, negro bragado.
Número 48, Coniquero, negro bragado.
Número 63, Coronel, negro entrepelao.

Todos, según noticias particulares, son de preciosa lámina y muy bien puestos.
Estos seis brutos astados serás encajonados el día 22 en el encerradero del Empalme, para llegar a Zamora con tiempo suficiente y descansar en los corrales de nuestro circo taurino.
Lucirán los seis muruves divisa encarnada y negra y su dueña los envía dentro de la confianza que harán la misma pelea que hizo su compañero Serranito lidiado en la plaza de Madrid en 1895 que aguantó 13 varas, dio ocho caídas y mató cuatro alimañas después de haber sido castigado cruelmente por la gente de aúpa.
Como otro día he de ocuparme del historial de la ganadería y en el popular periódico Caireles y Pitones que reaparecerá el día de San Pedro (si las condiciones económicas para la confección lo permiten), también he de hablar de ella, suspendo por hoy la cuestión de los toros y voy a entenderme con los astros coletudos.
Comenzaré por el gran Bombita.
¿Viene don Ricardo?
Esta es la pregunta que hace todo buen aficionado, y yo para satisfacer su curiosidad les digo que sí.
Y lo afirmo, porque en mi poder obra una carta suscrita por don Manuel Torres Navarro, fechada el día 14 en Sevilla, en la que dice que Ricardo Torres Bombita, el torero del día, el matador más inteligente y que cautiva a los públicos por la elegancia que derrocha al manejar el capote, está, si no total, casi restablecido de la lesión que sufrió toreando, y mañana 20 los médicos le darán el alta, y el 25 toreará en Nimes con su hermano Manolo, y desde Nimes, si la Providencia vela por su vida, vendrá a Zamora dispuesto a demostrar que no hay quien lo aventaje en el arte de Cúchares.
Conque ya lo saben ustedes; Ricardo Torres viene, ya lo creo que viene a Zamora por las 6.000 del ala y a trabajar el día 29 en unión del saladísimo diestro bilbaíno Castor Ibarra, un chico que está pegando en firme en cuantas corridas lleva toreadas en la presente temporada.
Quiera el Cielo que las vidas de los monumentales astros taurómacos se conserven sin detrimento alguno para que los zamoranos presenciemos el día de San Pedro las magistrales faenas de los dos pundonorosos toreros, pues me consta que establecerán cátedra en la candente arena de nuestro circo, haciéndose aplaudir cuando con la flámula den esos colosales pases de pecho, pitón a rabo y por la alto como lo mandan los cánones taurinos.
Por hoy basta, y en la primera ocasión os hablará del historial de la ganadería

Un cojo sin muleta.
(Heraldo de Zamora, 19/06/1911)

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